miércoles, 29 de junio de 2011

Perdido en el infierno... Parte 2.

Estuve caminando más de dos horas en un camino en el cual ya no se veía ninguna casa por los lados. El piso cada vez estaba mas roto, hasta que en un momento ya no había piso sino un camino de tierra pisada. Las plantas estaban muertas y empezaba a caer una pequeña llovizna helada.
Escuche una explosión pero no me detuve para darme vuelta y ver, solo seguí caminando.
Me pareció raro pero sin en bargo quería seguir. El lugar se estaba tornando cada vez mas extraño sin contar las apariciones pero aún así seguí caminando hacia algún lugar, lejos de preocuparme mi ubicación.  Sentía que algo en todo eso andaba mal, tal vez el echo de que veía cosas y el barrio "La Paloma" no se veía así la ultima vez que camine por allí, en el habían casas, calles, arboles, semáforos, gente, luces, perros fieros, etc. De todas maneras algo me impedía volver a atrás o tomar un camino diferente, era imposible para mi darle esa directiva a mi cuerpo.
Me encontré con alguien, una persona con la cara quemada. Iba caminando paralelamente a mi pero a lo lejos. Se me acercó y yo a él, y eso fue suficiente para empezar a hablar sin dejar de caminar hacia donde nos dirigíamos. Al parecer había explotado una gasolinera. Me contaba que hacía rato que estaba caminando para acá porque le parecía que había algo. Lo vi conocido y seguimos charlando mientras caminábamos. No tardé mucho en darme cuenta de que había sido el, el joven de la capucha. Lo reconocí por su buzo. Al parecer el no me reconocía a mi, por lo que aguarde sin comentarle nada y le seguí hablando para ver a donde llegaba todo eso y si el tenía alguna relación con este extraño deseo incontrolable por seguir caminando o con alguna de las anteriores apariciones.
Llegamos a un puente con una bestia grande y habilidosa. Se parecía a los que me había encontrado kilometros antes pero este era realmente morrudo y grande.
-¿Se consideran buenas personas? -nos preguntó-, de considerarse así, y afirmar que tuvieron una vida de buenos actos peguen media vuelta y váyanse en sentido contrario. De no ser así quédense que así lo veo propenso yo. No intenten escapar o escabullirse porque los atrapare y decidiré yo por ustedes.
-No(dije yo), no soy una buena persona, ni una mala tampoco... -La bestia escucho con atención, seguida de una mueca lerda de seriedad- yo solo tome las decisiones que me parecieron correctas en su debido momento y no me arrepiento de nada. Respondí y lo miré a los ojos en silencio esperando en vano que me respondiera algo.
-Si. Respondió el tipo de la cara quemada...
-Entonces date media vuelta y andate.
Dio media vuelta y se fue por el mismo camino por el que habíamos llegado a ese puente.
El monstruo abrió paso dejándome pasar, y mirando para adelante no volvió a dirigirme la palabra.
Crucé el puente, y vi una densa neblina que hacía imposible la visibilidad a mas de un metro de distancia. Entre ella resplandecía una blanca luz, que iba acercándose por entre la neblina. También se escuchaba un sonido, como de una campanilla haciendo eco entre la neblina. Esta luz y su sonido efectivamente se acercaban lentamente hacia mi. El sonido fue haciéndose cada vez mas fuerte y el eco se iba disolviendo en el nítido y creciente sonido hasta sentirse a centímetros mío. La luz, al acercarse con su respectivo sonido, dejo en evidencia su bamboleo. La luz era un faro con un manojo de dos llaves colgadas de una punta. Éstos formaban parte de la punta de un pequeño bote con un tipo calvo y muy pálido, casi cadavérico. El tipo se hallaba sentado con un brazo rodeando la maciza madera que conformaba el sostén del faro. Tenía una mano blanca y una túnica negra mas bien gris de lo gastada.
 Luego de una rápida pero minuciosa inspección ocular note con sorpresa y algo de miedo que su mano no era blanca porque sí... estaba comida hasta el hueso.
 Me pidió algo de valor para poder ver y le dí todo lo que tenía, nada mas que unas monedas de cambio que me habían sobrado del ultimo viaje en colectivo, las mismas que las pequeñas fieras no habían podido ganarme. Con ellas logre que me invite subir. Cualquier persona consciente no hubiera aceptado pero yo ya estaba allí y no había vuelta atrás. Luego de subirme y sentir como el vote se undía unos centímetros por mi peso -lo que me dejaba pensar que bajo nuestro, sobre el mismo piso que yo había estado caminando, había líquido- me llevo por un camino de aguas estancadas y más neblina... sentía que me estaba perdiendo en esa neblina, sentía como mi alma se me escapaba del cuerpo por los poros y como mi ser desaparecía de a poco... como difuminándose. Efectivamente me estaba mezclando con esa densa neblina. Ese hombre pálido en la punta del bote me dijo -sin mover siquiera la boca, ni emitir sonido alguno, ni nada mas que solo mirarme a los ojos- que había pasado la prueba, yo había dejado la vanidad de lado y me había echo responsable de mis actos ante la bestia filtro sin vacilar, y por eso es que dejaron que siga mi camino al descanso eterno. De lo contrario y no haber reconocido mis malos actos como un ejemplo de mi ser corporal, formante de ese mundo terrenal, sin poder ser juzgado por las decisiones que mi suerte me llevó a tomar, hubiera estado vagando en sentido contrario en una falsa dirección por el resto de los tiempos, en un mundo en el cual ese puente abría desaparecido, y el camino desértico sería lo único que podría ver sin fin alguno, sin poder morir, por el resto de las eternidades, solo. Justo antes de salir completamente de mi ser desperté en una ambulancia con un paramédico diciéndome alegre que estaba vivo. Me costaba mantenerme despierto, pero logré preguntar que había pasado y dijo que me habían apuñalado por la espalda y tirado al piso para robarme en una calle de La Paloma. Me habían robado y un policía municipal que vio la situación subió a su patrullero y comenzó a ir tras el chorro. Al parecer éste escucho la sirena y corrió hasta su moto, la encendió y emprendió su uída.. Éste terminó saltando de su moto metros antes de estrellar contra una gasolinera y aún así lo mató la explosión de la bomba afectada. Al parecer ya había asaltado a varias personas antes.
Intenté levantarme y desde la espalda hasta el torax me dolió el alma. El tipo junto a mi me retó diciéndome que debía dormir hasta llegar al hospital, que estaba débil pero que todo saldría bien. Después de todo... estar muerto durante tres minutos dejaría exhausto a cualquiera -agregó el camillero-.
Fin.

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